Historias de la ciudad que nos construyeron…
Comprender el significado de una ciudad con las características de Mar del Plata es una incógnita que ha desvelado a muchos.
Algunos, desechando desentrañar la ter alidad que los circunda, se han conformado con recopilar datos, convirtiendo así su historia en una especie de catálogo de curio-sidades.
Otros, muy pocos empero, alzándose contra esa clase de historia «huérfana» de todo juicio valorativo, han intentado revisar la vida de nuestra ciudad para penetrar laj realidad presente.
Una realidad a la que la piqueta del progreso ha borrado el pasado, una realidad que nos muestra un crecimiento sin discriminaciones y una serie de problemas no resueltos: dependencia del monocultivo del turismo, déficit habitacional, ausencia de desarrollo industrial, existencia de dos ciudades: turística una, auténticamente marplatense la otra, cuyas peculiaridades pueden rastrearse aún en los círculos semi urbanos y rurales, es decir, nos muestra la consecuencia de un crecimiento que giró alrededor de la especulación turística en una sociedad de consumo enclavada en un país semidesarrollado.
Descifrar el por qué de todo ello significaría desenmascarar una historia que tiene a su favor las estatuas de la ciudad, los nombres de las calles y hasta el de alguna escuela.
Quizás haya que darle vacaciones a algún prócer cuyo nombre nos contempla desde lo alto de algún muro; quizás haya, por qué no, que desnudar algún santo para vestir otro pues todavía son muchos los que permanecen desnudos a la espera de que los «otros» se quiten los ropones de su ilustre disfraz.
Asumir una posición crítica ante los hechos que dieron origen y posterior desarrollo a nuestra ciudad es una invitación a revisar una historia que nos ha sido dada.
Y desde esta perspectiva los valores particulares de cada obra, o las virtudes personales de nuestros pioneros pasan a un segundo plano frente a un inadecuado ordenamiento coincidente con los intereses generales del país en cada fase. Así, la decadencia del saladero, la llegada del ferrocarril británico, camino de hierro para la colonización nacional, el «descubrimiento» de la ciudad de veraneo al estilo que Europa imponía, la apertura de la ruta 2, la ley de propiedad horizontal, posibilitando la fachada «edilicia» de un progreso que creó profundas distorsiones sociales en medio de los períodos de estancamiento del país, y la actual situación, son los mojonen que jalonan el camino de Mar del Plata hacia sus cien años.
Toda nuestra ciudad es una respuesta a una determinada política económica y so-cial; por ello este trabajo se titula «Historia de la ciudad que nos construyeron», con todas las críticas que puede traer aparejadas un rótulo semejante.
No pretendemos realizar una tarea es trictamente metódica ni tampoco resumir cien años de vida en unas pocas páginas…
Esa obra, posiblemente, la puedan llevar a cabo las grandes publicaciones de la Capital, que en breve tiempo instalarán sus equipos en nuestra ciudad para confeccionar las «historias» que estemos dispuestos a escuchar.
Seis fascículos compondrán el total de esta «Historia», redactada y confeccionada bajo la supervisión del arquitecto Roberto O. Co. va, serio investigador de nuestra vida, mientras Eduargo Riggio tendrá a su cargo la tarea de ilustrar la portada de cada uno de los seis cuadernillos.
Nuestro aporte comienza en los lejanos tiempos de aquello que dio en llamarse primero Estancia y luego Puerto de la Laguna de los Padres, cuyo primitivo núcleo se conoce hoy vulgarmente con el nombre de Mar del Plata.
Hay una historia real y otra que no lo es.
Frente a esta última elevamos nuestro trabajo, convirtiéndonos en fiscales de una ciudad que pretendemos sea mejor.
